Cuando se acerca la primavera es el momento en el que tenemos que prestar especial atención para que nuestros perros no se acerquen a estas peligorosas orugas, ya que producen urticarias y alergias en personas y en animales. Lo malo es que la procesionaria del pino cada vez aparece antes y en más lugares.
Lavar la boca con agua o suero, clave para evitar lesiones tras el contacto con la procesionaria del pino
Para que os hagáis una idea: «Cada oruga dispone a lo largo de su cuerpo de unos 500.000 pelos o tricomas especiales que se asemejan morfológicamente a pequeños dardos o flechas envenenados. Su pequeño tamaño y el hecho de que puedan desprenderse con facilidad implica un riesgo importante de urticaria no sólo por contacto directo sino también vía aérea a través del efecto de corrientes de viento.
El contacto de los pelos con los humanos y/o mascotas suele desencadenar reacciones cutáneas locales más o menos llamativas, aunque también pueden dar problemas oculares, bronquiales e incluso anafilaxia severa.»
En teoría, la época de mayor peligro es entre febrero y abril, pero debido al cambio climático la época de procesionaria se amplía en el tiempo y cada vez aparecen antes y en más lugares.
¿Por qué reciben este nombre? ¿Cómo reconocerlas?
Tras alimentarse las orugas descienden al suelo desde sus nidos formando características filas indias; de ahí su nombre de «procesionarias». No se sabe la causa pero está comprobado que es siempre una hembra la que guía la procesión.
Son extremadamente venenosas: producen urticarias y alergias en personas y en animales. El riesgo está al tocarlas o al acercarse mucho a ellas, ya que sueltan sus pelos urticantes cuando se sienten amenazadas. Por lo que no hace falta haberlos tocado para verse afectado.
Si tu perro olisquea o lame a una de estas orugas debes llevarle inmediatamente al veterinario.
¿Cómo saber si tu perro ha estado en contacto con una procesionaria?
El principal síntoma es intentar rascarse la boca de forma compulsiva porque le dolerá. Además, notarás cambios en su comportamiento y se encontrará más agitado e inquieto.
Los síntomas más visibles son la inflamación de la lengua. Además, puede tener fiebre, infección y necrosis de las zonas afectadas y, en el peor de los casos, pérdida de alguna zona necrosada. Por ello, es muy importante actuar lo antes posible.
¿Qué hacer?
Puedes lavarle la boca con agua templada sin frotar pero lo más importante es ir rápidamente al veterinario para que administre el tratamiento más adecuado a tu mascota.
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